La que inicialmente iba a ser una trilogía con el título genérico de Los elfos de Camelot se diferencia de esa intensa tradición de literatura artúrica que llega hasta nuestros días en varios aspectos muy significativos. Primeramente, la historia nos llega a través de los ojos de la Reina Suprema , esposa del Gran Rey descendiente de britanos, adquiriendo un protagonismo que nunca antes había gozado. Wenore ya no es la estereotipada seductora destructiva presente en buena parte de las muestras de este subgénero, sino que es una persona ya no tan joven, a las puertas de la madurez, que jamás ha gozado de una belleza deslumbrante y está a punto de ser repudiada por su infertilidad. Además, es una mujer profundamente frágil e insegura, intuyéndose como un ser ajeno a la realidad social en la que se supone que ha de sentirse insertada. Ella, como Ector de Maris, es una inadaptada, una interesante encarnación de la eterna fábula anderseniana – no olvidemos cuán unido está el motivo del cisne feérico a la tradición mitológica universal. Y lo que es más novedoso del planteamiento de
esta mini-saga es justamente esa aproximación al mundo de las hadas y los seres elementales , ese análisis de su origen y el proceso evolutivo de su hibridación con los “puramente humanos”, la reinterpretación del mitologema del Lago regido por una dama que acoge a Lancelot en la tradición artúrica a partir de la obra de Chretièn de Troyes (s.XII) y , por otra parte, el desarrollo de una hipótesis sin precedentes: el origen feérico de la propia esposa de Arturo/Artorius/Arthnou. Tomando quizás como base el origen etimológico del propio nombre de “Gwenwhyfar” –“espíritu, fantasma –no excluyendo cualquier acepción referida a los seres feéricos - blanco” - y también un pequeño comentario hecho por Morgaine Le Fay, un personaje abiertamente feérico en buena parte de la literatura artúrica, que se pierde en la inmensidad de la Morte dÁrthur de Sir Thomas Malory (S.XV) y referido a la capacidad de Guinevere para realizar operaciones nigrománticas . Ello nos desvela una nueva e insospechable dimensión del patrón adjudicado a Guinevere /Gaynour/Guenièvre /Ginebra /Gwenhwyfar en las obras sobre el tema a lo largo de los siglos precedentes y en las que el elemento feérico femenino , exceptuando a Morgaine . la Dama del Lago – llamada indistintamente Nenyve, Niniane, Nimue o Viviane – y en “Sir Launfal” , Triamour, normalmente juega un papel muy secundario y esporádico.
El elemento común a la serie de novelas que tenemos entre manos parte de la siguiente base argumental: la existencia de una remota raza híbrida resultante de la unión entre humanos y seres élficos de dos naturalezas. Por una parte , la llamada gentry por los habitantes de las Islas Británicas - como su nombre indica, una especie de nobleza feérica de seres de elevada estatura y complexión etérea - a los que pertenecerían , por ejemplo, las banshees irlandesas mensajeras de la muerte y , por otra , aquellos elementales feéricos más apegados a la tierra como son aquellos de pequeño tamaño, juguetones , pintorescamente vestidos y cercanos a la `población campesina con la que a veces pactan e incluso pueden llegar al chantaje - un ejemplo serían los “pixies”- aquellos que “normalmente” se encuentran formando círculos danzantes y a los que se intenta “sobornar” dejándoles comida y bebida en ciertos parajes naturales donde habitan. Dependiendo de ambos ascendientes, esos humanos de linaje élfico, por llamarlos así, presentarían unos rasgos diferenciales acusados, especialmente si dos híbridos de elevada estirpe feérica mezclan sus sangres, originando individuos estilizados, de complexión “cristalina” , cabellera y ojos de azabache y tez alabastrina. Y a esta raza pertenecen personajes como la reina de Artorius, Wenore, Ector de Maris, hermano natural de Galaaz - una versión de Lancelot Du Lac - la madre de aquél, Nenyve, señora de la Tierra Sin sol, Blassey; Gran sabio del pueblo que habita la tierra sin sol::::: y la propia madre secreta de Wenore, Dame Gaynour, quien de cara a la sociedad aparece como la dama principal del séquito de su hija, un personaje que a lo largo de las casi quinientas páginas de “El hada blanca” sólo aparece evocada por el resto de los protagonistas. Jamás interviene personalmente.
Ese pueblo híbrido, tal como se narrará en “Ector, el príncipe de negro”, se verá forzado a huir de Bretaña hacia Armórica para no caer en manos de los sajones y después de una especie de viaje probático para poder sobrevivir, guiados por sus hombres sabios, finalmente legan a un enclave donde las fuerzas suprahumanas de las que ellos descienden les ampararán una vez más, iluminándoles a hacer surgir de sus propios seres sutiles en comunión, una densa conjunción de energías que finalmente se manifestarán en condensaciones solidificadas , elevándose hacia el cielo en espirales cristalinas y que les servirán de moradas en lo sucesivo, dentro de un valle que pronto será envuelto por una bruma azulada que le prestará el aspecto exterior de un lago casi marino - el mismo al que han estado vinculados Lancelot y la Dama del Lago desde los albores de este mitologema arturiano. Y allí permanecerán a partir de entonces, engendrando generaciones de doncellas de dotes singulares, expertas en la sanación mediante gemas, desconocida para el resto de los humanos, el dominio de la música y una capacidad de seducción que es patrimonio exclusivo de ellas y que les facilitan el acceso a las cortes de soberanos y señores con los que a la Señora del lugar le conviene estrechar lazos de cooperación y en cuyo entorno se forman como guerreros los varones nacidos en la Tierra Sin Sol. Precisamente es Nenyve, la especuladora regente, quien intenta sacar partido de la crítica situación de Wenore, quien, a instancias de Gaynour, llega a la Tierra Sin Sol para intentar remediar su esterilidad física ante la grave amenaza de ser repudiada por su marido , movido a su vez por la presión que sobre él ejercen los sacerdotes de formación romana liderados por el sobrino de Patricius, Alban, quienes, conocedores del origen de Wenore, desean entronizar a una joven princesa de formación cristiano-romana y de paso acabar definitivamente con cualquier resto de influencia eclesiástica de influencia britana y, consecuentemente, druidica. Nenyve sabe que si Wenore se decide a reanudar la tradición de las reinas-sanadoras - entroncada con las reinas -sacerdotisas de la Antigüedad - asimilará un caudal de poder e influencia inédito para ella hasta ese momento - no en vano su propio marido la había llamado con frecuencia “mi reinecita Wennie” - y de paso le abrirá a la propia Nenyve la posibilidad de un privilegiado vínculo con el Rey Supremo de Bretaña, al que encomienda la formación como guerrero de su adulado hijo adoptivo, el brillante, solar, potente Galaaz, al que favorece como si fuera su heredero biológico , en contra de su verdadero hijo natural tenido con Ban de Benoic, el oscuro, oculto, frágil y silencioso Ector de Maris, un hombre de sombras, dedicado al estudio y a la introspección, quizás destinado a formar parte de la limitada casta de hombres sabios de su pueblo, al no tener capacidad para transformarse en hombre de armas y quien acompaña a su hermano a Camaalot debido a la influencia que logra astutamente tener sobre la reina Wenore gracias a que domina artes reservadas a doncellas como la sanación mediante las gemas, que ha aprendido a espaldas de su madre gracias a su abuela Blodwynn , pese a que tendrá que afrontar su inadaptación en el reino de Artorius. Una vez allí seremos testigos de cómo Wenore retoma su complicidad con sus jóvenes damas de compañía, las únicas en las que confía, de esos destellos mentales que le hacen intuir que no es una simple mujer, tales como esa extraña habilidad para diseñar y tejer tapices con un inusual significado simbólico y cuya ejecución le hace caer en trances nada humanos así como la rara creatividad que demostrara en su infancia para elaborar narraciones fantásticas, de cómo la amenaza de ser repudiada gracias a la presión de la comunidad de monjes liderada por Alban va tomando cuerpo, sobre todo con aparición en la corte de una sugestiva e inquietante figura, la de la joven y deslumbrante Triamour, quien paulatinamente va cautivando a todos, incluido el propio rey, con sus portentosas dotes musicales, cuya fuerza, incluso curativa, llega a ganarle influencia incluso entre la comunidad monástica, convirtiéndola en una firme candidata a sustituir a la derrotada Wenore. Pero entre los monjes hay uno que no sucumbe a su encanto : Aidan, confesor de la reina. Con su colaboración , los fieles a la esposa de Artorius - Galaaz, Ector, Blassey y las damas de Wenore - urden una forma de contrarrestar las maniobras de ella mediante ese saber más allá de lo cotidiano que, gracias a su origen, Ector y Wenore comparten , la creciente influencia de Triamour . Y, en las últimas páginas de “El hada blanca”, mientras va avanzando la gestación de toda esa labor , se nos van desvelando una serie de hechos tales como la misión en la sombra de Gaynour, la secreta madre de Wenore que jamás interviene directamente en toda la historia, y su vinculación genética con la misma Triamour, así como el verdadero origen de ésta. Al final de la obra , regresan a la Tierra Sin Sol a fin de impetrar la ayuda de esa fuerzas fértiles, fecundas y animadas de las que su raza deriva, para que les conceda un don muy concreto, la erección en Camaalot de un templo construido a partir de las diversas energías cristalizadas en distintas intensidades que conforman ese reino sumergido bajo un supuesto lago, a fin de que ello permita a Wenore recuperar su ascendencia como reina, lo cual no pudo lograr mediante su capacidad natural para restaurar la tradición de las reinas sanadoras. Y es justo en ese momento final en el que Wenore desciende a la gruta de la que surgió este entorno , transida, cuando a Ector se le desvela toda esa feminidad deslumbrante y arrolladora de la reina. Es esta revelación la que desencadena todo cuanto acontece en la secuela de esta obra,“Ector, el príncipe de negro”
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EL MUNDO FEÉRICO.
Arrowsmith identifica a las hadas con los descendientes de los Tuatha de Danaan, los que trajeron la maestría de la magia a Irlanda, donde son llamados los sidhe Daoine. Se caracterizan por su hermoso físico, su esbeltez, medir un metro ochenta de altura, de formas inmateriales y de una belleza distante , que se mantiene hasta avanzada edad, de cabellera larga y flotante, voz dulce y melodiosa y ser grandes músicos. Viven en los llamados “sidhe”, las colinas feéricas, y también se sabe de ellos que viven en “islas fantásticas flotando sobre el aire”. Corresponderían a las antiguas fairies, elfos livianos pertenecientes a las más antiguas familias que habitarían Inglaterra en tiempos del Rey Arturo y al unirse a humanos y a otros elfos inferiores, originarían las llamadas modernas menos poderosas y de inferior majestad . Pero, no obstante, en el mundo descrito en estas obras que son objeto de nuestra investigación, habría que hacer una precisión. En esta raza híbrida surgida de la unión entre los humanos y los seres feéricos, hay una clara diferencia entre los híbridos que pudiéramos llamar superiores, fruto del emparejamiento con elfos sidhe , y los surgidos a partir de otros elfos luminosos - siguiendo siempre la tipificación de Arrowsmith y Morse - como las damas Blancas y las Damas de los Bosques . Esta diferenciación se mantendrá a través del tiempo: el linaje más alto serán los individuos nacidos de uniones entre híbridos superiores, destinado a funciones regentes y a ser guardianes del saber, los “hombres sabios” - al que pertenecerán Wenore, su madre Gaynour, Ector, Nenyve y su hermana - mientras que por debajo estarán los nacidos de uniones entre descendientes de damas blancas y de los bosques entre sí o con los “puramente humanos” - a este nivel pertenecerán los habitantes del Reino Sin sol de ambos sexos, las doncellas expertas en música, sanación mediante gemas y seducción y los varones que son enviados al exterior a formarse como guerreros, además de la intrigante Triamour. Un caso aparte sería el del sabio Blassey, engendrado por un ser feérico en una híbrida superior - Blodwynn - una noche de Samhain, cuando las colinas habitadas por elfos se abren.
Esta ascendencia genética se refleja en sus rasgos físicos. Los pertenecientes al linaje de los elfos de más alta estirpe coinciden en su constitución física casi cristalina, estilizada, tez alabastrina, largas cabelleras de azabache, grandes ojos rasgados y negros …. Mientras que el resto de los componentes de la Tierra sin Sol , como descendientes en buena parte de las Damas Blancas y Verdes (ver ARROWSMITH Y MOORSE,PP.26-30), son también altos y pálidos , de cabellos dorados o color escarlata y ojos dorados, verdes o azules. Ese magnetismo es patente en Dame Faye, la amiga de Ector y Galahad, y en la fascinación que desde un momento Dame Triamour ejerce en la corte
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CARACTERIZACIÓN DE LOS PRINCIPALES PERSONAJES
“ El hada blanca” es, indiscutiblemente, la esposa del rey Arthnou o Artorius, como denota su nombre galés Gwenhwyvar (“fantasma , espíritu o ser élfico blanco”) , quien en esta historia adopta la variante Wenore. En realidad aquí se trata de la “falsa Ginebra” que aparece en la “Continuación de Merlín “ de la Vulgata francesa, pero no se trata del ser maligno y artero que aquí aparece. En realidad el papel siniestro es el que juega la verdadera hija legítima de Leodegrance y su esposa, Lyle, quien es sustituida de recién nacida por Wenore, un motivo muy similar a la de los “changelings” feéricos, es decir, la sustitución del hijo de un hada por otro bebé humano. Así pues, Wenore es fruto del amor entre Leodegrance y la esposa del senescal de éste, Gaynour, nombre que no es más que una variante más de Guinevere, Gwenhwyfar o Wenore – de hecho, es el nombre que la reina de Arthur tiene en el romance del siglo XIV “Sir Gawain y el Caballero Verde” - de origen híbrido, lo cual se nos sugiere compartido con el propio Leodegrance . Pariente de Nenyve , con la que tiene en común una inmensa ambición, decide hacer partícipe a su hija de las ventajas de ser hija legítima, algo que escatimará a la hermanastra , quien será enviada a un convento para ser educada y allí llegará a coincidir con la pequeña Wenore . Gaynour, convirtiéndose en fortuita dama principal de Wenore, llegará a criarla tras la prematura muerte de la reina y conseguirá convencer a Leodegrance para comprometerla con el joven y carismático rey Artorius/Arthnou , a cambio de una significativa dote, los mejores hombres de armas . Gaynour, obviamente, la acompañará como dama principal a Camaalot, donde se encargará de controlar toda la actividad de la flamante reina , hasta el punto de correr la leyenda de que , dado su gran parecido con Wenore, había llegado a sustituirla en ciertas funciones … incluyendo las de esposa. Tenemos un personaje que, pese a no aparecer directamente en toda la historia está presente como si tuviéramos su voz impregnando todo el mundo en que se desarrolla. E indudablemente, todo ello supondrá una contrapartida : Wenore es frágil, insegura , sobre todo ante esas vacilantes percepciones que , desde muy pequeña, va teniendo de su naturaleza poco común y que de adulta se van manifestando en detalles como esa rara destreza para tejer tapices con motivos simbólicos y mágicos que intuye y muy especialmente lo que Blaise llama “hufomancia” , el proceso mágico y visualizador generado a través de la acción de tejer, y, sobre todo, esa habilidad innata e instintiva para sanar con gemas que se le desvela en la Tierra Sin Sol , privativa de las mujeres de esa raza, y con la que espera ganar una gran ascendencia sobre su marido y la corte, restaurando lo que a lo largo de la historia es llamada “la estirpe de reinas sanadoras”, con reminiscencia del papel de las grandes sacerdotisas-magas de las civilizaciones matriarcales. Pero, desgraciadamente, el mundo de la Bretaña del siglo VI no admite esas `propuestas que aún tienen vigencia en el Reino Sin Sol, pese a que la ladina Triamour logre hallar el momento oportuno para seducir a todos con sus artes musicales .Wenore se ve desesperadamente impelida a recurrir a Blaise en su ayuda quien le sugiere el implorar la ayuda de las grandes fuerzas energéticas de las que primigeniamente surgieron los seres feéricos de los que ellos, los híbridos, descienden.
Lady Nenyve , la Regente del Reino Sin Sol, es una mujer que llega a desempeñar ese papel inesperadamente, siendo casi una adolescente, tras la desaparición inesperada de su supuesta hermana Lyle , E incluso de forma amarga ya que se ve privada de Blaise, su consejero y hombre sabio principal, cuando este parte hacia Irlanda para impartir y compartir conocimientos en una comunidad druídica. Todo ello deja huella en su personalidad, haciendo de ella una ambiciosa y hábil gobernante capaz de tejer sutiles alianzas con otros señores de tierras vecinas y una madre dura escasamente afectiva y desengañada hacia Ector , el hijo habido con Ban de Benoic, en una unión temporal ideada para estrechar lazos de cooperación - Nenyve sería conocida entre los súbditos de Ban como “la Doncella de los Pantanos”. El frágil fruto de esa unión no resulta ser el hombre de armas fuerte y capaz que ella esperaba para su pueblo, de modo que decide dirigir su afecto hacia su hijo adoptivo Galaaz, el hijo tenido por Ban en su unión con la reina Elaine, completamente opuesto a Ector. Y confía en que Wenore le busque un camino en la corte de Artorius y, de paso, intentar definir unas pautas de colaboración conjunta. Nenyve, obviamente, no es más que un trasunto de la “Dama del Lago” de los romances artúricos medievales, la que educa a Lancelot du Lac en su reino del fondo del lago y que en “La morte d´Arthur” de Malory lleva ese mismo nombre.
E importancia pareja a la de la Señora del Reino Sin Sol la tiene el sabio Blaise, hijo de Blodwynn - la que resultará ser una especie de cariñosa abuela para Ector, brindándole ese afecto maternal que Nenyve es incapaz de aportarle y que además le abrirá secretos privativos de las doncellas de su tierra - y de un padre surgido en la noche de Samhain que el pueblo híbrido pasa en ese refugio temporal del que sólo podían ausentarse al anochecer, de quien no se nos dan rasgos definidos - tan sólo se nos insinúa en el momento de la concepción la `presencia de “un fluir ultraterreno de sensualidad” •”una fuente de masculinidad generadora de vida “ “aplastándola deliciosamente” (“Ector, el príncipe de negro” p.66) - un caso bastante similar al relatado en el romance inglés “Sir Degaré” (siglo XIV). Y cuya excepcionalidad ya comienza a manifestarse desde el embarazo cuando Blodwynn observa cómo su cabello va fortaleciéndose anormalmente y ello la ilumina a realizar labores inéditas como tejer el propio cabello, a lo que animará a muchas de sus compañeras también fecundadas de forma sobrehumana y que constituirá unos de los rasgos distintivos de las mujeres híbridas, o desarrollar ese conocimiento intuitivo sobre la existencia de un inmenso caudal de gemas en ese ámbito subterráneo donde moran esas fuerzas dotadas de vida de las que surgieron los seres que a su vez engendraron la raza híbrida entre los humanos y que necesitan esa densa energía cristalizada para subsistir. No es simple azar el que Blaise y su abuelo Blassey lleven el mismo nombre que el propio maestro de Merlin, tal como sabemos por la “Vida de Merlín” de Robert de Boron (siglo XII) y otras obras . Se trata de hombres que, como éste, trascienden la sabiduría humana y son depositarios de un conocimiento que, a su vez. Iluminará a los que aquí se denominan “los adoradores del roble” - Blaise pasa varios años en un “bangor” de Hibernia no sólo para transmitir conocimientos sino también para dejarse permear por cuanto puedan aportarle los druidas. Y es éste acervo el que se le va transmitiendo a partir de su abuelo Blassey desde una tempranísima edad : al igual que a los demás pequeños de ascendencia paterna más allá de lo natural, se le ejercita en ser consciente de su energía interior y a saber canalizarla con la gran fuerza que procede de la naturaleza. Así mismo, Blaise se va acostumbrando a tomar infusiones de rosa silvestre y caléndula para estimular su capacidad de percepción extrasensorial, (“Ector…2, p.75), lo suficientemente desarrollada ya a sus escasos años como para que la noche que llegan a esa especie de refugio subterráneo más allá del mar la fusión de todo ese raro vigor contenido en aquella generación de niñitos propicien la emisión al exterior de esa inmensa fuente de poder cristalizado depositada en las entrañas de la tierra. A medida que va creciendo, Blaise es instruido en los secretos de la sabiduría compartidos por los druidas y los hombres sabios de su raza , a crear una fuerza intensa entro de esos centros generadores de energía dentro de su ser carnal.. Ese poder fuera de lo común le ayudaría a controlar sus instintos primarios desde la propia infancia… cuando crecieran, conocerían la correspondencia entre los centros vitales de cada ser humano y los siete niveles del universo. Pero mientras fuesen niños sólo serían adiestrados en conocer los centros vitales de sus cuerpos relacionados con las inclinaciones básicas con el aspecto más tangible de la vida exterior, es decir, la propia Tierra como Madre y otorgadora de vida. … Estaban destinados a cohabitar con la diosa Madre, a unirse a ella maritalmente. Por tanto deberían aprender a fortalecer ese vínculo entre sus órganos generadores de vida y esta diosa Madre …. Se les enseñaría a engendrar rayos de fecundante luz ámbar dentro de sus vientres, a producir un centelleo esmeralda dentro de sus corazones y a expandirlos hasta una profunda comunión con los sentimientos, inteligencia y emoción de todos los que habitan este mundo … todos aquellos jóvenes también serían instruidos en cómo usar las hierbas de forma adecuada para curar cualquier tipo de enfermedad. No sólo aquellos procedentes de ancestro híbridos superiores estarían preparados para llegar a ser sabios sino que, además, serían aquellos de alta estirpe que hubieran demostrado ser más rápidos en activar la conexión entre sus puntos vitales y el universo exterior(“Ector…2, p. 92)
Y, ya de adulto, Blaise inculca a los “dervydmen” de Hibernia estos principios. En este “bangor” es donde el sabio se entrega a experiencias que hoy denominaríamos chamánicas mas de modo completamente natural, sin recurrir a sustancias alucinógenas, intentando conectar con “la esfera más elevada” el plano energético supremo “ a la cual se decía que pertenecían las entidades de las cuales aquellos conquistadores habían descendido, los que navegaron hacia las costas de Hibernia en tiempos inmemoriales, los mismos que trajeron el saber más oculto a todos ellos y de los cuales, los habitantes de las tierras allá abajo , pavimentadas de gemas, proceden…” (“Ector…”, p. 110).
Dada la importancia de estos trances en varios personajes de la saga dedicaremos más adelante un apartado exclusivo a ello.
Ector de Maris…. quien nace a la vida como “ un manojo de niñez quebradiza” “aquella diminuta cosita masculina, casi transparente, que el rey Ban apenas si creería haber plantado en este joven receptáculo “ (“Ector… “, p.107) ¡Cuán diferente esta primera visión , la misma de su madre , frente al recién nacido Blaise “esta cosita alabastrina de pelo color ébano cuyos ojos ya desconcertaron a su madre…. El negro fácilmente cedía su lugar a cierto matiz desconocido, parecido al acero, que en principio aterrorizó a la misma Blodwynn…” (p.69). De Ector, ya desde su infancia, nos llama la atención , más que sus ojos, negros y almendrados, la mirada ,asombrada y ausente cuando, a los diez años, comienza a ser consciente de ese fluir inexplicable e imposible de aprehender que `parece llegarle de muy lejos, de un ser que comparte su sangre Y Blodwynn comienza a iniciarle en secretos exclusivamente femeninos como el uso sanatorio de las gemas, esas pertenecientes a ella de las que se convertirá en legatario . En Blodwynn encontrará ese consuelo maternal que Nenyve prodigará quizás a Galaaz olvidando a su hijo carnal. Esa carencia junto al hecho de vivir casi exclusivamente rodeado de mujeres irá construyendo una personalidad contenida, hasta el punto de que sus ojos son capaces de desarrollar un lenguaje silente pero con un grado de elocuencia que permite a Blaise comprender sus intenciones (“… reveladora fue su negra y amplia mirada a Blaise cuando recobró el conocimiento tras rezagarse en aquel vacío que le había mantenido inerte durante un tiempo) (p.130) Sabemos de Ector que fue educado en el conocimiento profundo y arcano a través de cuanto se nos deja saber por su primera reacción cuando en Camelot es destinado a compartir los aposentos del antiguo consejero del rey Arthnou con su hermano y comienza a reconocer muchos autores que le son familiares en la biblioteca que allí se encuentra (pp.151-2), grecolatinos, orientales y protocristianos. Pero también ese saber primigenio imbuido en la naturaleza, como lo refleja el hecho de que necesite fundirse con las arboledas en varias ocasiones, como cuando recién llegado al monasterio de Almsbury necesita frotar su piel desnuda contra el tronco de los árboles que en tiempo formaron bosques sagrados, una experiencia que repite cuando, abrumado por sus atormentados remordimientos por haber acabado con su virginidad, tiene intención de dejarse morir entre ellas. Como Wenore, tan similar físicamente a él, es una especie de inadaptado en el medio que le rodea, sobre todo cuando, al llegar a Camelot, tiene que aprender a vivir en un entorno oscuro, asfixiante y nauseabundo, donde ni su físico ni nivel operativo encajan : es pasto fácil de las burlas de quienes carecen de su sensibilidad y no puede desempeñar una labor activa como hombre de armas. Así mismo un rasgo muy destacado de su personalidad y en el que se incide constantemente es ese desgarro desde una edad temprana entre la necesidad de una evolución connatural a su condición de hombre y las limitaciones a ello impuestas tanto por su entorno como por esa excepcionalidad que corre por su sangre inquieta gracias a la herencia semifeérica, que le capacita para transmitir una fuerza benéfica a través de las gemas y así mismo para generar un hilo vinculante con otras personas de igual sutileza espiritual, un don que él vislumbra vinculado a su virginidad, esa •“doncellez varonil” que emana de él y que es constantemente advertida por ojos femeninos a lo largo de las tramas de “El hada blanca “ y “Ector, el príncipe de negro”, lo cual genera un angustioso conflicto que se mantiene a través de la obra (“los viejos grilletes de su virilidad castrada”, p.159)y que le lleva a una profunda crisis a punto de poner en peligro su vida, tras entregarla aquella tarde de trance enfermizo a Wenore, cuando él se abrió “como una doncella inexperta en su lecho de bodas , a aquella incontenible marea de feminidad“ (p232).
“… la privación de su larga virginidad había desgarrado a Ector más allá de cualquier remordimiento común que Aidan pudiera imaginar. . No era simple odio hacia sí mismo por haber violado los votos de fidelidad de la Reina Suprema con su señor y esposo …. (p.343)
Incluso, Aidan, el confesor de Wenore, es consciente de que ello ha hecho que Ector haya sido despojado de la parte más preciosa de su alma” (p.243) y
Aquel deseo radiante que en el pasado le había enaltecido siempre que se sorprendía a sí mismo evocando a la Reina Suprema ahora le causaba nauseas, capacitándole para admitir que ocasionalmente anhelaba devorar los senos exultantes de la Reina , devastarla entera con ese poder sólido que acababa de descubrir en su cuerpo,(p.244)
¿Cómo osaba tener repulsión por la plenitud opalina de sus curvas, aquella inmensa oleada nocturna de su pelo sobre el mármol de sus gráciles, sólidos hombros y cuello? (p.245)
Así pues, Ector sabe que “está abocado a tomar el camino de vuelta a casa ” y allí, “verter su fuerza vital, dejarse marchitar, en el cuerpo de la fraternal amiga” , es decir, dejarse sangrar para devolverle la vida a la agonizante Faye , tras haber sido esta víctima de Lady Lyle , la hermana de Nenyve, quien recurría a la sangre de las doncellas de origen semifeérico para mantenerse lozana y así seducir a multitud de jóvenes amantes. Sin embargo, cae en la cuenta de que “la suya ya no es sangre virgen” , por lo que su afán es inútil . Por consiguiente decide arrastrarse desde su lecho hacia las arboledas del convento y allí dejarse morir para , así, al menos , dejando su carne pudrirse “nutrir aquellas raíces arcanas, hacerse parte de aquella savia vivificante de los troncos y ramas de los árboles …” Pero este impulso de abandonarse hasta consumirse sobre la tierra se ve frustrado y , sin embargo, al final de la historia, encuentra una inesperada senda purgativa : alejarse en la embarcación funeraria que lleva a la exánime Faye hacia la isla ubicada en el suroeste del mundo conocido donde los híbridos moribundos o ya sin vida son transportados para fundirse con la fuerza de la que surgió su raza en las profundidades subterráneas, pese a que Wenore en la distancia aún advierte los “ojos amplios, arrasados , dirigidos hacia ella, sólo hacia ella …” (p.258) y al “vacío lacerante en las esperanzadas entrañas de Wenore, donde la sangre menstrual aún no había descargado sus despojos infértiles …. Casi una quincena y se mantenía limpia”. Ese “vientre ansioso” de la reina , que Ector se abstiene de besar, reprimiendo su impulso, “como si tratando de evitar una revelación peligrosa sobre aquel seno que no sangraría hasta bastantes meses , hasta después de que aquel lactante recibiera el bautismo de manos del padre Aidan con el nombre de Malgo…”. Y la historia se cierra con un Ector, más allá de la conciencia, incluso esperando que Faye incluso llegue a reanimarse en esa tierra al otro extremo del mar. Para finalizar la semblanza de este personaje que destaca de forma tan perfilada en la narración hay que hacer constar un rasgo característico ya citado al analizar “ The Mists of Avalon”, el hecho de encarnar a una especie de tanista de su hermano Galaaz,quien , aparentemente, cuenta con todas las características para aparecer como un personaje convencionalmente “luminoso” - rubio, bronceado, fuerte, viril ,extrovertido, gran guerrero , brillante - es decir, representativo de lo apolíneo, mientras que el sombrío, silencioso Ector , de cabello y ojos negros, experto en el saber reservado a unos elegidos, bien podría simbolizar el Lado Oscuro, Subterráneo… lo Dionisíaco.
Y un lugar importante también tienen las representantes del pueblo híbrido no pertenecientes a la élite de los personajes anteriormente descritos. Se caracterizan por la ausencia del cabello y ojos negros y, exceptuando a Sibila, la doncella de cabellos dorados que en “El Hada blanca “ aparece como aquélla cuya dolencia permite a Wenore, inesperadamente, desvelarnos su potencial sanador, las demás son poseedoras de una prodigiosa cabellera donde alternan el carmesí, el cobre y el oro oscuro, en sus ojos se confunden el dorado y el verde y conservan el porte esbelto y aéreo así como la tez alabastrina y deslumbrante que así mismo caracteriza a los híbridos superiores. Su vestimenta se caracteriza por su etereidad vaporosa y envolvente, haciendo de ellas visiones en índigo, ámbar, ocaso, aurora o verde esmeralda, que les permite hacer patente esa sensualidad , a la vez carnal y evanescente, a la que Ector ha de acostumbrarse a contemplar serenamente desde niño y que Lady Nenyve aprovecha para mantener estrechas relaciones con los señores de los reinos vecinos.
Entre estas damas destacan Dame Faye, Dame Triamour y Lady Lyle. La primera es introducida como una
"....joven alta de verde , cuya grácil constitución la hacía parecer incluso más élfica que las otras jóvenes doncellas de aquel lugar; curiosamente, le recordó a Wenore a las famosas Damas Verdes de los Bosques, aquellas aéreas habitantes feéricas de los árboles sobre las que había oído historias a lo largo de su infancia " (El hada blanca ; p.122)
Y cuya misión es la de servir de mensajera entre el Reino Sin Sol y el mundo exterior, por lo que acompaña a Wenore y a los príncipes Galaaz y Ector de vuelta a Camelot. Ese porte etéreo y regio de Faye llama la atención entre los habitantes del lugar hasta el punto de que es tenida por la propia Wenore por algunos jóvenes :
"-No, muchacha, nuestra Señora es la del cabello negro…. Aunque la de verde sí que se parece bastante a una reina" (p.146)
“….sí que verdaderamente parece una Reina”, un pensamiento que constantemente latía de forma mortificante en la mente de Wenore, sobre todo al observar “el respetuoso tono de admiración” del Rey al dar la bienvenida a Faye. (p.155), de quien también se destaca su prodigiosa cabellera de diminutas trenzas carmesíes, de las que, posteriormente, sabemos que contiene “una fuerza única, iluminadora, excepcionalmente dotada “ (p.180) . De Faye también se nos menciona “ su amistad de toda la vida con Ector” (•“Ector …”, p. 152), con quien es capaz de comunicarse en silencio, sólo mediante una mirada(p.153) y por quien siente una genuina ternura, capaz de ver “cuanto de bello y luminoso” hay en él. (p.154)Galaaz y él serán las últimas personas que tendrá a su lado antes de ser fatalmente capturada en Chariot Wood, para nutrir con su sangre la voracidad de juventud y belleza de Lady Lyle. En efecto ¿cómo identificar a ese “cuerpo, una vez grácil y majestuoso” con “una forma desprovista de fuerza, parecida a una criatura, que se hallaba entre las ramas…. Serpentina, aún de ojos hermosos, se apoyaba aquella sombra pálida alrededor de la rama….” (p.177) “la envoltura casi transparente de una vida pequeña, coronada por unos mechones carmesíes sobre aquellos vacíos desencajados, sin color, que en tiempos fueron verdidorados ojos cautivadores…” (p.179), es decir, la visión que tiene Blaise de ella cuando la sorprende en Chariot Wood, aferrada a un árbol cuya savia y clorofila la mantienen con un destello de vida y, una vez apartada de allí tiene serios problemas para sobrevivir ya que el poder sanatorio de las gemas no es eficaz mientras se carezca de suficiente luz solar para potenciarlas. Es por ello que es transportada de vuelta al Reino sin Sol donde sus hermanas se dejarán sangrar para intentar desesperadamente su reavivamiento. Pese a lo cual, al final, vemos como una nave fúnebre se aproxima a Wenore, Ector, Blaise e Isolde , una bandera tejida con cabello carmesí y plateado ondeando, deslumbrante, en su mástil.
Y parte importante en el destino de los protagonistas de esta novela lo juegan Lyle y Triamour, de las que, a medida que avanza la historia narrada en estas dos obras, vamos sabiendo acerca de la relación carnal que las une, habiendo surgido Triamour de la relación confidencial entre Lyle y un híbrido inferior de la Tierra Sin Sol, de la que huyen secretamente portando un significativo tesoro de gemas , que les ayudará a abrirse camino en la corte del Rey Bagdemagus , quien cae fascinado por los recursos de Lyle, haciéndola su esposa. Del mismo modo que Wenore, en cierto modo, aparentemente encarna el arquetipo de la Diosa Tejedora, ellas dos lo encarnan a un nivel profundo y subterráneo, del mismo modo que se relaciona con la figura de Hékate (ver Caitlin Mathews, Las Diosas , traducción de Alejandro Pareja. EDAF: Madrid, 1989) urdiendo una trama que afectará a las vidas de los demás protagonistas de forma más o menos negativa. Triamour es abocada a asumir una responsabilidad para la que no ha sido preparada, ya que era Lyle la destinada a ejercer de regente; la posición de Wenore en Camaalot se ve definitivamente perfilada de forma fatal gracias a las mañas de Triamour y a su capacidad de seducción de toda la corte, incluyendo al propio rey y el propio Ector es, indirectamente, otra víctima suya al sucumbir emocionalmente ante la pérdida de su “ fraternal Faye” . Sabemos de Lyle que consiguió el acceso a cierto conocimiento secreto atesorado por el antiguo consejero de Artorius/Arthnou , que le permitió averiguar acerca del potencial contenido en el cabello de las híbridas, así como del poder rejuvenecedor de su sangre . Algo que sale a la luz mediante la intuición de Blaise, quien imagina” a Lyle soltándose aquella gran cabellera de oro oscuro y cobre con matices dorados , desvelando sus senos amplios y pálidos, amortajando la mente trastornada del consejero en su mirada inmensa, dorada y verde” (p.180) en una nueva interpretación del Mito de Viviane como seductora de Merlín. Y sabemos que parte de su sangre le servirá a Ector para subsistir en esa isla hacia donde junto a la inerte Faye es llevado en la barca fúnebre, ese fluido vital que Blaise se hará cobrar para que recuperar la vitalidad de la vegetación en la Tierra sin Sol, sacrificada con vistas al infructuoso intento de hacer revivir a Faye.
Y gracias a la debilidad del consejero real , logra Triamour tener acceso al conocimiento profundo de la música y su poder inherente, la correspondencia entre las diferentes notas musicales, tonalidades de luminosidad y clases de gema, a unos niveles que ni quizás las híbridas naturales del Reino Sin Sol dominaban. La primera imagen que tanto lectores como cortesanos de Camaalot tenemos de Triamour, es “ …el que fuese inusualmente esbelta, de complexión cristalina. Su cabello era una melena de hilos dorados y carmesíes entrelazados en decenas de finas trenzas , sujetas por una joya magnífica, cuyo brillo sólo era comparable al espléndido tejido de su atuendo, bastante desacostumbrado para viajar.”• (“El hada blanca”, p.257) -¿reconocemos ahora la procedencia de esas trenzas carmesíes? - Contemplándola de cerca, advertimos que su atavío es un “atuendo ricamente bordado, extendiéndose pesadamente por el suelo, todo recamado de pequeñas gemas cristalinas y relucientes en púrpura pálida, carmesí suave, azul, dorado, verde intenso” (p.259). Es decir, como veremos más adelante, es un tipo de tejido exclusivo de la Tierra Sin Sol, del cual “ ningún hombre o señora de la estancia principal podía quitar sus ojos”. Estamos ante un personaje que fascina a todo Camaalot desde su llegada, una acertada “reencarnación “ del hada Triamour protagonista del romance medieval “Sir Launfal” , cuyo protagonista masculino también tiene un papel secundario en nuestra historia, también en relación con la astuta hija de Lyle. Una persona innatamente especuladora, capaz de convertir una serena sonrisa al dirigirse a la corte y a los reyes en una mueca amarga al referirse a Ector - de quien sabe que jamás se podrá valer - o “una mirada refulgente dirigida al príncipe Galaaz”. Por esa razón y su descarado desprecio hacia el hermano de Galaaz (p.264) o sus picantes y desvergonzadas observaciones acerca de la virilidad de éste (p.286) abiertamente mostrado ante las damas de Wenore, Triamour está lejos de la nobleza de una híbrida superior, pese a su aspecto, que hace estremecer a Blaise nada más verla, presagiando cuanto acontecerá a partir de cuando el invierno comience a agudizarse y Triamour empiece a poner en marcha su plan de seducción masiva mediante su talento musical . Desde el principio sabemos que “un vasto fluir de aleteo cristalino” no basta para definirlo. Era , en realidad, “un torbellino suave aunque arrebatador, ondulando alrededor de todas ellas , ascendente, descendiendo en delicadas escalas cuyos matices coloreados incluso podían visualizarse.. Una marea acariciadora alzándose , luego envolviéndoles de tal forma que incluso la reina Wenore …. Creyó que todas ellas estaban siendo devueltas a ese reino fantasmal donde a veces ella había sido proyectada,” (p.278) Todo esto es el punto de arranque de una devoción, primero entre las damas de la corte (“Un dama lo suficientemente adecuada para ser una auténtica Reina Suprema” (p.296) y después entre los demás , incluyendo al ámbito de los sirvientes y habitantes de las cabañas, a los que enseña canciones para activar la fertilidad de la tierra, y llega a salvar con su destreza musical a toda la corte, Arthnou/Artorius y Wenore incluídos, de sucumbir a una extraña epidemia de melancolía que pudiera haber sido fatal . De la inicial desconfianza, ante el horror de Wenore, Artorius pasa a una actitud agradecida y admirativa , otorgándole a la ladina joven un lugar privilegiado en la corte… que no le basta pues también está decidida a ganar ascendencia sobre la comunidad de monjes combinando las distintos grados de vibración de su canto con los matices lumínicos de la luz filtrada a través de gemas de diferentes clases que penden estratégicamente a través de la capilla mientras la comunidad monástíca se entrega a sus oraciones, de acuerdo con un conocimiento que permanecía oculto desde mil años atrás , entre tantos secretos que los pitagóricos guardaron, y que no volvería a salir a la luz pública hasta los experimentos de Newton acerca de la relación entre el espectro lumínico del arco iris y la escala musical. Y el devenir de esta seductora y “zorril” - de acuerdo con la apreciación de Blaise - damisela se nos sugiere bastante predecible al final de la narración, como cómplice de su madre en la futura y fatal decadencia de la formidable construcción erigida por Arthnou/Artorius.
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EL MUNDO DEL REINO SIN SOL
“…. Un lago parecido a un mar … extendiendo su profunda mole azul por todo el resto de aquellas tierras.” (“El hada blanca”, p.55) Ese “masivo azul”, a través de los ojos de Clarissant, la dama de Wenore, es la primera imagen que tenemos de esta tierra , surgida de la voluntad de las Fuerza Primigenias Subterráneas estimuladas por el hálito infantil de los descendientes de la raza híbrida fundida con una ascendencia cuyo origen se nos insinúa, quizás la misma que engendrase a Blaise en Blodwynn :
“Porque en lo más profundo de aquella vida pequeña y quebradiza una fuerza resplandeciente de diversos matices bien podría haber brotado de su personalidad más instintiva, cambiando de algo tan parecido al rojo pálido que bien podría ser dorado rojizo y éste, así mismo, volverse azul verdoso que se convertiría en azul índigo y se elevaría al púrpura claro, a medida que ascendía por los centros vitales del niño… no sólo el… tampoco su madre ni su abuelo serían realmente conscientes , hasta muchos años después, de lo que había acontecido a esta cosita chillona aquella noche fatídica… y de que, como Blaise, ya adulto, supo, su llanto infantil había llevado a los demás niños a unirse y ciegamente atraer el flujo de poder de sus mayores que, como el propio Blassey admitiría más tarde, convergió clamorosamente en una oleada masiva nacida de una corriente formada por matices e aurora y crepúsculo …. (“Ector, el príncipe de negro”, p. 78)
“Los sabios no necesitaron hacer ver a su gente que, de la misma forma que la piedra caliza se funde en estalagmitas junto a los lagos subterráneos, todo este poder, el inmenso poder de estos niños concebidos sobre humanamente, había activado esa fuerza primitiva, densa, magnética, subyacente en el mismo fondo bajo el Reino Ultraterreno, la cual, bajo la forma de sus moradores subterráneos, se había condensado en una clase nada corriente de berilos, granates, cristales, cornalina, cuarzo rosa, azabache, amatista …. Impensablemente enormes, pintorescos.“ (“Ector….”, p. 79)
Es decir, se está considerando el origen telúrico de esas gemas en las capas profundas de la tierra con la acción de la energía generada por esos supuestos seres intangibles, fuerzas superiores y subterránea que engendrarían a los seres feéricos de los que parcialmente provendría esa raza. Y a, medida que Clarissant y Blaise van descendiendo , los ojos de la muchacha nos van informando de cómo , en lugar de sumergirse en un lago , van encontrando arboledas sagradas para “los adoradores del roble y recolectores de muérdago” - robles, avellanos, pinos - entre la “neblina gris azulada” …. bajo •el cielo azul profundo , ausente de todo sol”.(“El hada blanca”, p. 56), “un navío de espesísimos bosques desbordados colina abajo”. Como Nenyve explicará a Wenore, es una nube azul con apariencia de lago, generada para proteger a los habitantes de esa Tierra Sin Sol de guerras y saqueos (“El hada blanca”, p.97). Y, con Clarissant, nos vamos aproximando al reino y distinguiendo aquellas “esbeltas agujas , retorciéndose en lo alto… como una escalera de caracol …. Translúcidas, como si hechas de cristal borroso, rosado, malva , plateado , azulado claro, dorado oscuro, granate. “ (.p 56), aquellas cuya influencia Blassey pronto descubriera:
"Dedujo que estar bajo el cuarzo rosa o el jade verde pálido hacía agitarse algo en el pecho y estimulaba el deseo ardiente de belleza y sentimiento amoroso. Por otra parte, la luz filtrada a través de l cristal anaranjado - cornalina y jacinto - afectaba cualquier cosa relacionada con el bajo vientre , incluyendo las molestias relacionadas con el flujo menstrual además de ayudar a control de uno mismo en época de excitación nerviosa. También notaron que la exposición al resplandor azul estimulaba la respiración y aclaraba la voz además de aumentar la capacidad d entendimiento. Además, vieron que había que cuidarse de las gemas rojas - como el granate - ya que podrían excitar el estado de ánimo más de la cuenta … por esta razón , la entrada a estas cámaras se volvió bastante restringida. Quedaban las construidas con cristal blanco o púrpura pálida. Blaise comprendió que sólo los iniciados podrían entrar en ellas. “ (“Ector el príncipe de negro, p. 81)
Indudablemente, vemos aquí esa correspondencia entre los nudos energéticos del organismo humano y las diversas gemas y luz de distintos colores que ya se descubriera en la India alrededor del 3000 a. C. , además de , como vimos antes , traspasar las fronteras, llegando a formar parte en nuestros días de los rituales “wicca” como posible herencia de la magia de origen céltico (ver D. J. Conway “Magia céltica”), un secreto guardado por las doncellas híbridas y que contribuía a la fama de su fascinación entre los reinos vecinos. De manos de Lady Nenyve vamos aprendiendo cómo llevaban a cabo sus prácticas :
“Cómo las rojas, principalmente rubíes, al colocarse sobre la zona inferior de la espalda , eran adecuadas para los huesos de las piernas y pies; también para el disfrute sensual de la vida. Se le mostró un magnífico topacio que siempre debiera usarse por encima del ombligo para calmar los problemas del vientre y la dificultad para expresar las emociones. Si se situase una esmeralda o cualquier otra poderosa gema verde sobre el corazón se podría tratar todo lo relacionado con el pecho y mejorar no sólo la respiración sino también la fuerza amorosa. Wenore se quedó boquiabierta de sorpresa al ver un extraordinario zafiro …. La dama le dijo que debía ponerlo sobre el cuello para proteger todo lo relacionado con esa zona y también para aumentar la habilidad vocal. … también tomó un magnífico
berilo malva, adecuado para proyectar luz sobre el entrecejo “para enjugar todo cuanto de malo pudiera haber en el rostro, además de tranquilizar la mente. Por fin Wenore apreció algo cuyo fulgor la hizo pestañear: era algo deslumbrante de color blanco puro en el fondo del cofre , pero la dama no se molestó en dar más explicaciones.”
(El hada blanca”, pp.99-100 )
… y esa gema blanca , posiblemente de un poder excepcional , hasta el punto de que Nenyve se muestra renuente a desvelárselo, es la que le sugiere Ector, más adelante, para acertar a sanar a su hermano (“El hada blanca“, pp.110 y siguientes) , un detalle que nos hace saber, al mismo tiempo que Wenore, hasta qué punto Ector domina un saber reservado a las damas de ese reino. Ya que no en vano es legatario de las sagradas gemas de Blodwynn, aquellas mismas que el ente sobrehumano que engendrara en ella a Blaise le otorgase:
"Realmente era cierto… que aquellas corrientes ultraterrenas de poder, más que intensas, alimentadoras de los seres supremos venerados por los adoradores de los robles , se habían condensado, cristalizado en aquel mar de atardecer contenido en aquellas enormes esmeraldas que el deslumbrado Blaise contemplaba, junto a aquel brote de energía densa , teñida de sangre , en aquellos rubíes ¿Sería esa sangre , la misma fortaleza y valor, los derrochados eras atrás, por los que habían combatido aquella raza invasora que intentara aplastar todo el saber y la influencia del llamado “Buen pueblo” ?…. ¿Podría ser que se tratara del mismo poder etéreo y azulado que constituyera la esencia con las que las criaturas de luz fueran una vez moldeadas, aquellos hijos engendrados por Lugh, Arianrhod o Rhiannon …. Todo esto acumulado en esa cosa cristalina y resplandeciente de azul intenso? “(“Ector, el príncipe de negro, p.86)
La propia Blodwynn es informada por su ¿consorte? de cómo han de ser guardado un tesoro tan singular, en un cofre de avellano o fresno - árboles de la sabiduría y la magia - tallado siguiendo un diseño indicado por esta misma entidad, que habría de ser purificado con el incienso más sagrado para los “dervydmen“, de verbena y menta … y, sobre todo, “que sólo las híbridas puras estaban autorizadas a manejar esta radiancia cristalina… y frente a las cuales, las cámaras de allí arriba no eran más que pétrea transparencia.” (p.86), las cuales, a su vez, son un reflejo de la descripción que Robert de Boron en su “Vida de Merlin” hiciera para el “refugio amoroso” de Viviane y Merlin, una gruta en el interior de una montaña, en cuyo seno había todo tipo de piedras preciosas y surgían columnas de cristal asimétricas , sin forma definida, con una cámara transparente en el centro , protegida por un lago oscuro, burbujeantemente amenazador. Y no olvidemos tampoco que “Ynis Witrin”, la isla de cristal, era el nombre original de Glastonbury , una de las ubicaciones atribuidas a Avalon, la isla de las manzanas , del conocimiento oculto.
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LA DIOSA TEJEDORA …. DE CABELLOS
Siguiendo a Caitlin Mathews (,"Las Diosas" :EDAF :Madrid1992)hay nueve arquetipos divinos femeninos (efectivamente, tres veces la Triple Diosa): La Que lo Conforma Todo, La Que Vigoriza, la Medidora , la Diosa Que Protege, la Iniciadora, la Desafiante, La Encargada de Potenciar, la Conservadora… y la Tejedora. Es decir, la urdidora de prácticas más allá de lo humano, la maga. El arquetipo de Circe, Isis o Hékate. Ya examinamos detenidamente como Morgaine lo encarna en un momento dado, mediante la evocación de Cerridwenn y el simbolismo de la Javalina. Pero en esta historia la tejedora no realiza una labor siniestra vinculada a la goeteia sino que estamos ante un caso de magia teúrgica, constructiva. La “hufomancia” en la que Wenore es tan diestra se basa en la conexión mental con otras realidades, casi en la línea del trance oracular heredado de la sibilas del pasado. No sólo lo experimenta mientras que teje con ordinaria y burda lana la colección de tapices que logra , en cierto modo, vivificar mediante sus desesperados intentos por transmitir la luz procedentes de la antorchas a través de sus flamantes gemas, sino también cuando Blaise la hace depositaria de un manojo de trenzas carmesíes, las mismas que ha advertido entre el oro viejo del cabello de Triamour, cuyo pelo intenta destrenzar y volver a trenzar, antes de sucumbir presa del pánico producido por aquel horror extremo , impregnado de muerte desecadora, desangrada… Y es esa misma intención , la de intentar contactar con Nenyve desde Camaalot, fundiendo dos entes sutiles nacidos de su misma raza, la más pura de entre los híbridos superiores, los de Ector y Wenore, ambos sumidos en un trance nacido de su intento conjunto de entretejer el cabello ritualmente cortado y henchido de energía del joven príncipe. Es esta trascendencia del propio cuerpo físico un rasgo singular de la aristocracia marfileña , de cabellos y ojos de azabache, de los híbridos. Un don natural que no poseen el resto de las doncellas híbridas, las adiestradas no sólo en la sanación mediante las gemas sino también en tejer su propio cabello para elaborar sus propias túnicas, aprovechando el inmenso magnetismo contenido en sus cabelleras, el cual ha de ser liberada periódicamente a base de ser peinada con peines confeccionados con una material especialmente captador de esa fuerza - un rasgo convertido en motivo central de muchas legendas feéricas - y además , también se hacen a partir de ese singularísimo material la ropa de cama y esa especie de bolsas rellenas del mismo cabello que les sirve de jergón… además de las galas para lucir en las ceremonias de matrimonios rituales y posteriormente les acompañará en la nave fúnebre como pabellón distintivo que disuada con sus reflejos deslumbradores a posibles asaltantes, como vemos en el caso de Faye.
"…. Una bandera parecida a un tapiz ,delicadamente tejida con lo que se asimilaba a cabello plateado y carmesí, el mismo tipo de paño que la mortaja extendida sobre aquellos miembros imperceptibles dentro de la barca , en la cual se habían esparcido ramitas y hojas de tejo , siguiendo la costumbre de los adoradores del roble…. Como en su día se hizo con Blodwynn , sus bucles negros y plateados que tejiera a lo largo de su vida ondeando en la proa para que, en su viaje rumbo al sur , lanzara destellos cegadores entre las olas iluminadas por el sol y así no ser atacadas por filibusteros (…) y poder llegar a salvo a aquellas islas distantes donde los moribundos podían descansar y, en raras ocasiones, tener la oportunidad de curarse si habían sido heridos casi mortalmente … al contrario de esa carita cérea , coronada con aquella corona virginal de rosas silvestres en torno al cabello carmesí con toques dorados
(•”Ector, el príncipe de negro”, p. 257)
Y también las damas del Reino sin Sol son expertas en una técnica insólita como es de ensartar diminutos fragmentos de gema en esos sólidos y fuertes cabellos que van tejiendo, creando así una textura de deslumbrantes matices que se usa para vestimentas destinadas a ceremonias de sanación . Son las que luce Wenore en la Apertura de la Gran Corte (“La atenta mirada de todos la hizo pensar que podría haber innumerables y diminutas fibras de plata entrecruzadas entre aquella oleada esplendente , como si tejida con las trenzas de cien reinas ancianas. O incluso parecían amatistas hiladas…” “El hada blanca”, p.213) y muy similar es el atuendo que lleva Triamour en su presentación, como ya vimos.
El origen de esta práctica, como de tantas características de este mundo “submarino”, hay que hallarlo en el éxodo de este pueblo “ al otro lado del mar”, presumiblemente la Bretaña francesa. Concretamente en la época en la que casi todas las híbridas, incluyendo a Blodwynn, se encuentran preñadas por seres ultrahumanos - feéricos, con toda seguridad - y observan cambios excepcionales en su naturaleza, entre ellos , como su cabello se ha fortalecido de forma anómala, creciendo a una velocidad casi alarmante (“Ector, el príncipe de negro”, p.67) , la madre de Blaise decide hacer que sus compañeras aprovechen esta circunstancia y comiencen a tejer sus cabelleras para proveerse de ropa antes de que la que llevan en ese momento empiece a desgastarse. Y precisamente son “aquellos ropajes que se había dejado la vida tejiendo con el cabello dejado crecer, plata y negriazul mezclados, entretejidos de forma que un aura púrpura pálida parecía surgir de él” parte del legado que deja a Ector, junto con las gemas que le fueran donadas en una de esas ocasiones de entrega al padre de Blaise y los peines “ de granate , jade o cuarzo rosado” con los que constantemente peinaba aquella “larga cabellera de mechones en plata y azabache” (“Ector, el príncipe de negro”, p. 129)
¡Quién sabe si Tennyson al imaginar a su Dama de Shalott, la desventurada tejedora quizás de origen féerico y condenada al aislamiento, en el fondo no estaba siendo iluminado por la fuerza de los seres sutiles, aún presentes , de esta raza híbrida! Y habría que preguntarle a Carole King cuando tejió la enternecedoramente bella historia narrada en “Tapestry”, el mismo tema que titula su legendario álbum (A&M, 1971), si Wenore, Faye, Blodwynn…. o el propio Ector no le estarían susurrando sus secretos…
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EL ÉXTASIS
A la hora de hablar de estados de trance, por una parte, hay que considerar los inducidos por la ingesta de psicotrópicos –hongos como el mescal o la ammanitas muscaria – o la inhalación de gases – sea la combustión de ciertas plantas o sustancias, como en la experiencias oraculares del mundo grecorromano , o emanaciones gaseosas procedentes del subsuelo, o fumando drogas alucinógenas – que explican muchas de las experiencias chamánicas, estimuladas así mismo por el ayuno y la privación de alimentos ricos en proteínas de origen animal. Un ejemplo de ello aparece frecuentemente en "The Mists of Avalon", cuando se nos habla de la vida cotidiana de las sacerdotisas. ¿Se podría hablar de trance chamánico en los casos que vamos a analizar? ¿Hasta qué punto se considerarían chamánicas experiencias como la separación entre cuerpo físico y ser sutil sufridas por algunos personajes? Si tenemos en cuenta la múltiple misión de un chamán – sanador, guía espiritual y en suma, persona que ejerce de hilo conductor entre el plano humano y sobrenatural – quizás sea Blaise quien más se asemeje a lo que se entiende como tal . Pero aquí hay una nota hasta cierto punto discordante con lo que entendemos propiamente por chamán : quienes experimentan trances en estas obras son seres de una naturaleza más allá de lo puramente humano. Efectivamente , sabemos que en la mayoría de las culturas donde la figura del “hombre –medicina “ es capital , éste es elegido fundamentalmente teniendo en cuenta varios factores – carácter hereditario del legado chamánico, es decir, ser hijo de chamán, padecer una psicopatía, pasar por un duro ritual iniciático que incluye métodos agresivos y la catatonía – pero siempre entre personas que se consideraban elegidas por los dioses o espíritus, nunca descendientes de ellos o de otros seres sobrenaturales, pese a que entre los pueblos siberianos existan legendas acerca del origen del primer chamán, identificándolo con una mujer fecundada por un espíritu encarnado en el Águila o bien con el hijo fruto de esta unión, además de aquellas que hablan de la condición chamánica como resultado de una unión marital con un hada, la llamada “esposa celeste” del Séptimo Cielo (Ver Mircea Eliade, Chamanismo : Fondo de Cultura Económica)
A lo largo de esta historia tres personajes son objeto de esta experiencia. Blaise, Ector y Wenore.
El sabio experimenta el trance dos veces, durante su estancia en el “bangor” druídico de Hibernia .: Si nos fijamos bien, se trata de una vivencia, por llamarla así, de carácter comunicativo con alguien de naturaleza similar – el consejero de Artorius o sus familiares , Blodwynn o Ector – a fin de ser informado de hechos concretos, la elección de Artorius como Rey Supremo, el despertar de esa capacidad para desasirse de su ser carnal en el joven Ector y el adiós de su madre Blodwynn. Algo que lo diferencia de las experiencias de Wenore , en las cuales ella es arrebatada hacia un velado contacto indirecto con ese mundo feérico del que descienden los suyos , y Ector, a quien ,en sus visiones , se le desvela un conocimiento relacionado con los Misterios Sagrados más arcanos y relativo al carácter femenino de la divinidad . Ninguno de ellos necesita agentes externos que estimulen el estado de trance. Blaise, simplemente, se retira dentro de sí mismo “se contempló dentro de lo más profundo de su pecho” (“ Ector, el príncipe de negro”, p. 115) “dejándose fluir, como una ola hacia aquel vasto mar amplio y envolvente más allá del mundo que pisaba. Y entonces concentra su mente en ese nudo de poder donde se dice que reside el punto de conexión entre el espíritu humana y los niveles supranaturales. Se nos dice que se libera de su “carne huesos y venas” “dejándose cernir” , “deslizándose por una especie de corredor intangible” – una experiencia novedosa parea él: …”jamás antes se había dejado transportar por aquella especie de fuerza sobrehumana que siempre había permanecido latente en el punto más elevado de su ser….”cuando , entonces, se cruza con “un flujo de energía densa que Blaise percibió dotada de forma… no había ninguna inseguridad medrosa en ella sino bastante experiencia en vagar a través de aquella esfera” , que Blaise reconoce y con la que más allá de su conciencia prueba cierto tipo de comunicación: “Un Rey supremo magnífico elegisteis, mi señor”. Obviamente, no puede tratarse más que del ser descorporeizado del antiguo consejero de Artorius. Pero inmediatamente después, se hace sentir la presencia de otra fuerza diferente y, aparentemente, de procedencia más lejana . Blaise la percibe” totalmente desconocida… profundamente anciana, no sólo por la experiencia sino también por el rechazo de su propia carne y la soledad…” pero que intuye perteneciente a su raza, aunque procedente de “un sitio completamente seco, solitario… Blaise necesitaba saber más de este remoto mundo de aridez y completa renuncia” . Pero “una repentina fisura” hace que pierda el contacto, el cual no retomará hasta más adelante , al perfeccionar su ejercitamiento “mediante incursiones en aquel brumoso estado de transporte , llegando cada vez más lejos, como una flecha desencarnada, una larga flecha élfica, intentando reencontrarse con aq uella condensación de fuerza…” lo cual finalmente logra , llegando a un contacto cotidiano , mediante el cual sabe que “habitaba una cueva de una tierra desértica en el oriente, que profesaba el mismo credo de los seguidores del Carpintero Galileo” (Ibidem, p. 117) pero que, como Blaise
Estaba capacitado para trascender sus límityes carnales y dejarse penetrar por una iluminación ultraterrena , tras haber purgado tu cuerpo estrictamente a través del ayuno, las restricciones sexuales y la oración. Como el propio Blaise , se había pasado años preparando su ser a fin de encontrarse con los grandes. No obstante, había elegido la soledad y el aislamiento” (Ibídem, p.118)
Es entonces cuando a Blaise se le desvela cuanto de hay de común entre ese conocimiento experimental que comparte con el lejano eremita y el que hoy sabemos que es propio de los chamanes “el desmembramiento de su cuerpo y renacer , verse transfigurados en formas santas , ultraterrenas , a veces parecidas a pájaros, a veces cruzar los límites entre las esferas de allí arriba, incluso hasta llegar hasta el mundo inferior y devolver a la vida a los que se hubieran extraviado allí.”
Y él lo sufre en su propio ser:
Entonces lo vio con claridad… su propio cuerpo, desmembrado, abierto y vaciado, atravesado por rayos parecidos a flechas…¿pudieran parecer de amatista, púrpura pálida?.... o quizás de color ámbar o zafiro azul profundo tan `parecido a aquella bruma que como un lago, enmascaraba su propia tierra al otro lado del mar… Y todo aquel fluido cristalizado, amatista, rubí pálido, aquel matiz verde exclusivo de los seres más ultraterrenos y que fuera transferido al brillo de las esmeraldas …. Todos ellos volvían a dar forma a sus entrañas… y todo su ser se sumergía en la iluminación y en un nuevo saber sobrenatural…”(p.119)
Y es en su siguiente experiencia cuando confluyen junto a su trance , los primeros intentos de Ector a los diez años y esa búsqueda de Blodwynn en pos de su hijo como si transmitiéndole su despedida.
A pesar de este vivir latente suyo, Blaise aún pugnaba por escapar y alcanzar lo que aquel incipiente latido le estaba desvelando acerca de aquello que había empezado a florecer lejos en el continente bajo el velo parecido a un mar, un pulso vivo que crecía, tan unido a su propia corriente sanguínea que Blaise jamás sabría si era un brote de sí mismo, criado lejos de él (Ibidem, p.121)
Y el pequeño Ector…
“… se sentía demasiado confundido para captar aquella forma de viajar a las primeras de las siete esferas de arriba , los siete niveles diferentes de vida y conciencia… al principio hubo varios indicios de algo más allá de su nivel de conciencia habitual. La pobre criatura se encogió al notar aquella corriente hecha de rayos apoderarse de su ser interior, como una especie de llamada distante….
Algo que no puede pasar desapercibido a Blodwynn , más que ninguna otra persona consciente de este invisible y sólido lazo que la une firmemente a esta especie de nietecito oficioso y de “aquel estremecimiento luminoso procedente del ser silente y sin vida de su hijo… su propia existencia había temblado, consciente de cuán desesperada y ultraterrena era aquella llamada sin voz… entonces se entregó a ella calmándose para descifrar todo cuanto le estaba llegando por las venas …” . Inmediatamente después:
"Blodwynn sintió aquellas corrientes deslumbradoras de tantos matices verterse a través de los fluidos vitales de Blaise y fluyendo dentro de la mente de ella , haciéndola casi ascender de forma inexplicable hacia aquella vasta bruma de arriba, donde aquellos seres invisibles habían forjado un flujo con sus energías condensadas" (p.122)
Y, al leer la mirada negra del niño, teñida de espantada tristeza, decide tomar una decisión casi tabuada para una dama de su edad: no sólo recuperar el uso de las gemas sanadoras, tarea exclusiva de las doncellas jóvenes o aquellas mujeres que aún no habían alcanzado una avanzada edad, sino desvelar su uso a un hombre, lo cual , inevitablemente, implicaría pagar un tributo:
"Tenía que idear una forma de lograrlo… sin importarle el coste…¿demasiado costoso, quizás? libre de todo temor por cuanto pudiera ocurrirle se dejó abrir para ser guiada … lejos…. Como ella había accedido aquel día que ella y Ector conocieron aquel nuevo pulso, casi ajeno a ellos, dentro de su sangre y de las corrientes contenidas en las capas más profundas de su ser…. Justo donde ella estaba concentrando sus corrientes de poder, dejándolas fundirse y fluir luminosas, entregándose, disparada como una saeta a través de aquellas esferas de arriba., subiendo, subiendo arriba adonde sólo aquellos pertenecientes a los Ultraterrenos habían osado volar, dispuesta a pagar el tributo que pudieran requerirle… su ser descorporeizado , cada vez más tenue, fluyendo y fluyendo,… allí pudo divisarlo… un flujo de fuerza condensada (…..)miles de hilos emparejados de plata y negro azulado enmarcando aquella expresión arrugada aunque lozana…”¿Tanto has envejecido, hijo mío?” (“Ector…” p. 127)
Si bien vemos que en los casos de Blaise y Blodwynn ese “traslado” se produce de forma consciente y voluntaria, cuando analizamos las experiencias parecidas sufridas por Wenore , vemos que tienen lugar en momentos de postración o inducidos por la ingesta de ciertos “alteradores” de la conciencia – como las infusiones florales o la música. Quizás hay que buscar la razón en el hecho de que la reina de Artorius siempre había ignorado sus orígenes y, sin embargo, intuía que “estaba hecha de una pasta diferente a la de los demás “. Ese desarraigo e ignorancia de sus orígenes así como la falta de integración con el medio que la rodea provoca esas crisis nerviosas de las que se nos habla en el relato y que parece ser que la mantiene postrada frecuentemente durante días, insinuándosenos que su propia madre, Gaynour, llega a reemplazarla , organizando esas “cortes de damas” fomentadas por Guinevere que muestras del género como “La Morte d´Arthur” (Malory) o “The Wife of Bath´s Tale” (Chaucer) también mencionan. Y parece ser que ese “ser sutil” –quien sabe si animado por el inconsciente de Wenore – se rebela contra ese conflicto escapando hacia allí donde se hallan sus raíces. El primer ejemplo que presenciamos se da cuando llega al monasterio de Almsbury, donde fuera educada de niña, para encontrarse con Blaise en una cita arreglada por Lady Gaynour a fin de, en principio, hallar un alivio a su postración anímica. Allí, tras serle administrada una dosis de una decocción o infusión hecha a partir de diversos tipos de flores – entre las que nos imaginamos que no faltarían la rosa silvestre o artemisa – y , posteriormente, expuesta al influjo de la luz filtrada por cristaleras confeccionadas a partir de esa materia cristalina que veremos en la Tierra Sin Sol, entra en un profundo trance , durante el cual se siente trasladada hacia
"....un paisaje…. Montones de refulgentes gemas se apiñaban masivamente… esmeraldas, topacios , jacintos, amatistas ¿rubíes? … cueva tras cueva… abriéndose a un mundo donde no se percibían ni sol ni cielo. Quizás se podría oir un fluir arriba… como corrientes invisibles, blandamente aceleradas. No obstante, había luz dentro. Incluso se imaginó algo vivo moviéndose allí abajo. Pálida gente de ojos negros, hombres y mujeres de cuerpo leve , ropa verdosa y centelleante, tocados como de plumas… gente arremolinada , girando en corro, de un lado a otro-
“Wenore, hada blanca ¿qué haces aquí , hada y reina?”
(….)
Un nítido resplandor, cada vez más cálido, se envolvió en torno a lo que parecía ser ella misma, para dejarla cernirse arriba. Oleadas de murallas cristalinas… cristal color río, rosado, malva, plata… tejados de zafiro… no obstante, apenas si se podía descubrir algo dentro… muros espirales enroscándose en un pálido paisaje iluminado. De haber podido, Wenore habría comenzado a temblar de ansiedad. Se sintió toda ella fundirse dentro de todo aquel fulgor en tonos dorados y florales, como una parte más de todo ello. Resultaba ser demasiado denso incluso para ser dichosa o abrumada. Se sentía capaz de extender alas propias incluso sobre aquella red de moradas, santuarios… o lo que pudieran ser , para dominar todo cuanto se ocultaba bajo aquellos tejados translúcidos. Wenore, una vez reina, ahora élfica. Una saeta relampagueante lanzada hacia un reino superior, sobrenatural y , sin embargo , absorbente , un mundo de techos tallados en zafiro y rubí, cimentado con gemas …. Por entonces ya estaba más allá de cualquier temor o anhelo. En realidad, Wenore no tenía nada más que ver con todo eso. (“El hada blanca”, pp.40-1)
Una visión que regresa a ella de vuelta a Camaalot e inducida por el estado de desánimo en el que entra ante la resistencia por parte del Rey a que siga practicando la sanación con gemas en la corte y frustrar así sus esperanzas de ganar ascendencia , recuperando el influyente papel que las mujeres tenían en el pasado :
"Fue tras un súbito vacío cuando su invidencia comenzó a distinguir doradas presencias pálidas hacia el oeste (…) y un paisaje borroso comenzó a recortarse (….) en gráciles agujas … se figurar que unas eran rosadas , otras de color ámbar. Se imaginó una mirada a su lado con el aspecto de una embarazada (….) haciéndole saber que había cristal azul pálido por todas partes… y verde esmeralda también… y rojo translúcido parecido al granate." (Ibídem, p. 174)
Este estado de trance también es inducido mediante la proyección de la tosca luz de una tea a través de sus gemas sobre los pardos tapices que ella bordase a lo largo de los años:
"Y entonces se le ocurrió que ella podría estar allí, vestida de luz de luna y opaca luminosidad , vaporosa, inundándolo todo como una de aquellas criaturas aéreas con las que solía fantasear de pequeña…. Sin embargo, también se sintió enaltecida entre los sauces y las pujantes oleadas malvas y lunares de fuerza aérea, tan leve que una podría tomarla por un estado de completa tranquilidad…. ¿Acaso aquello tan arrebatador, una oleada de gran vientre envolviéndola por detrás , era el generoso, maternal resplandor lunar condensado en una especie de figura materna? ¿por qué la hacía pensar en Lady Nenyve ¿Por fortuna no la `percibía oscura,. de ojos devastadores? Incluso le podría recordar a otra persona… alguien tan familiar y cercano, aparentemente intentando abrazar sus sentidos, intentando para nutrirla de esclarecimiento…,"( Ibídem p. 197)
En cierto modo, este episodio es una especie de adelanto de la prolongada vivencia que Wenore experimenta el día de la apertura de la Gran Corte, cuando Blaise, asumiendo el puesto de sucesor del Consejero, organiza una especie de peregrinación de todos los reyes y reinas vasallos de Arthnou, incluyendo a éste y a su esposa, para conmemorar el principio de la Estación Oscura (el Samhain celta) hacia los alrededores de los montículos supuestamente habitados por seres feéricos de los que se decía que abandonaban sus moradas en esa noche para mezclarse con los humanos.
(capítulos 37 y 38 de “El Hada Blanca” ).Mientras marchan ritualmente, Wenore visualiza un mundo poblado por seres sutiles y aéreos, de una naturaleza energética capaz de ascender en espirales malvas, esmeralda, doradas, rosadas que se materializan en arcadas y en el que, a su vez, Wenore es integrada mediante una especie de sensual, casi lúdica sublimación, haciéndola por fín trascender los límites de esa gris y limitada “reinita” a los que parecía haber sido inexorablemente destinada. Una visión que no estaría muy alejada- nos atrevemos a señalar – del ejecutor de los frescos que reflejan la “Alegoría del Buen Gobierno” en el Palazzo Communale de Siena. Y en este episodio Wenore vuelve a experimentar la intuición de una fuerza maternal, fértil, tal como corresponde al hecho de que desde el principio de la narración el uso de las prácticas mágicas y sanatorias , así mismo -protagonistas podríamos decir que casi animadas del relato -, giran en torno a la finalidad de propiciar la fecundidad. El mitologema universalmente artúrico de “la tierra baldía” aparece, indudablemente, encarnado en Wenore : la imagen de los senos y el vientre preñados de luminosidad esperanzada es incesante a lo largo de la historia, una fertilidad que no sólo afecta a la permanencia de Wenore como Reina Suprema sino así mismo a la trascendencia de su papel como gestadora de luz, salud y sabiduría al ejercer de reina-sanadora, engendradora –por decirlo así- de Ector como hombre pleno, iniciadora de un vínculo fructífero entre el Reino Sin sol y Camaalot.
"Una voz melodiosa, tan diferente de todo aquel conjunto de sonidos masculinos, voló veloz hacia arriba, esparciendo notas ascendentes en oleadas, incluso podían percibirse del mismo matiz que los días de invierno… a travésd e la plata deslustrada del mar… rompiéndose luego en una tenue neblina violeta, recogiendo a Wenore en su seno con aquellas notas altísimas, deslumbradoras, que la atravesaban desde arriba…. Y fue ella quien se arrojó dentro de aquella mudo cuestión que temblaba en su interior desde hacía tanto. Y su fiera llamada fue oída. Entidades serpeantes de color aire parecían tomar forma partir de aquel resplandeciente malva plateado. y uno podría decir que había algo denso en aquellos seres transparentes … parecido a espeso cabello negro azulado, contra aquellos miembros color perla cada vez más llenos de plenitud pese a su delicada naturaleza … y, al menos en el caso de aquélla tan cerca de ella, radiantes de maternidad, le chocó a Wenore que una raza tan poco terrenal estuviera capacitada para ello. Un maternal ser élfico
“Madre…” Aquella sombra moribunda y parturienta, tantas veces antes concebida por Wenore…”Madre…Gaynour”. “Madre…Gaynour”. Conscientemente horrorizada por estas palabras hipnóticas , Wenore sabía que podía estar imaginándose a su propia naturaleza extendiéndose dentro de aquella especie de magma etérico del que todo aquel pueblo insubstancial parecía haber surgido, figurándose que una del8icada saeta , parecida a un cordón , unía el vientre, pechos, ojos, mente de Wenore… con toda aquella vibrante fuente d energía que estaba a punto de engullirla , fundirla,, levarla a una especie de esencia primitiva.
La voz acababa de desvanecerse cuando una flamante Wenore se encontró frente a Aidan, Clarissant . Iseud… interrogada por los grandes, densos ojos rasgados del príncipe Ector." (Ibídem, pp.375-6)
Y también inducida por la fuerza energética de la música , unida a la de Ector, es de similar importancia la experiencia que tiene lugar mucho después, relatada en “Ector, el príncipe de negro” , cuando en Almsbury y a instancias de Iseud decide aliviar con su propio canto la postración del desfallecido príncipe:
"…rayos de varios matices corrían por sus venas, cavidades….pudiera ser que estaba de vuelta en su tierra, yaciendo desnudo dentro de aquella Gran Cámara construida con fragmentos diminutos e incontables de topacio, ámbar, granate, cristal rosado, amatista, berilo, atravesado por saetas de luz color aurora rosada, dorado pálido, púrpura, rubí pálido… tan tangiblemente como estar tendido sobre este blando jergón de paja, surcado por aquellos rayos de luz saturados con la música procedente de la sobrecogida Reina “Wenore, la cual era consciente de que algo ajeno a su propia voluntad se estaba apoderando de su voz. Lo cual observaba con terror la princesa Isolde. Sentían el aire como arremolinado, entrando ondulante por los poros del hombre que allí yacía. … y tamb8ién a través de la piel de las dos mujeres."
(Ector, el príncipe de negro”, p. 227)
Como dijimos antes, los trances de Ector se caracterizan por esa especie de desvelamientos velados – si se me permite el oxímoron – de los misterios sagrados femeninos, de las raíces sacras occidentales procedentes de la Media luna Fértil. Algo que comienza a apreciarse en el episodio de su encuentro con Blaise cuando éste regresa al Reino Sin sol para despedirse de su madre:
"… vio la fuerza con la que fue moldeado el reino en el que nació y creció,,, a partir de esta bruma de amanecer rosado se encontró su propio pulso latiendo dentro de una corriente de color aurora vertiéndose en amatista pálida condensado, tomando una forma parecida a un recipiente, casi femenino… pudieran ser un vientre fértil y unos pechos henchidos… que también serían una mirada sabia, la cual parecía dominar el saber ultraterreno de los Más Ancianos…. convirtiéndose en una sombra parecida a un junco, de ojos deslumbrantes… podrían las tres parecerse a una que se lamentaba, sosteniendo un niño desgarrado, elegido para el sacrificio…. Y allí arriba, mucho más lejos, aquella fuerza viva más allá de lo Poderoso y Ultraterreno…. (“Ector, el príncipe de negro”, p. 130)
Esa triplicidad divina –la Madre. La Sabia, la Doncella – vuelven a manifestarse en su encuentro carnal con Wenore.
"El matiz color cuervo surcado de plata ensombrecía la mirada cálida aunque brillando de forma sobrenatural … el Cuervo, la cara sabia, anunciadora de la Muerte, de la Hembra divina…. Podría ser el mismo cuervo que albergaba aquellos senos fructíferos y alabastrinos , henchidos de fecundidad, como convenía a la cara maternal de aquella Divina Presencia … tan tangible, su voz, tan familiar y carnosa , en medio de la bruma que apenas le dejaba distinguir aquella mirada cansada, oscura, cariñosa y amplia. Ël se había abierto, como una doncella inexperta en su lecho de bodas , a aquella incontenible marea de feminidad. Mamando con avidez cierta sabia iluminación en aquel exultante pecho de marfil, el cual le arrullaba con una especie de ondulante canción de cuna que aumentó este nuevo estallido de virilidad incorpórea dentro de sí, ahora liberada para invadir y poseer aquella fuente de poder, nutricia e iluminadora, que ahora se hallaba en lo alto de él, cuya mirada se volvía familiarmente tierna, sonriente, acariciadora, parecida a una abuela , saboreando, a fondo, este placer prohibido…. Acaso estos ojos no se estaban haciendo más luminosos, dorados , fraternales más cariñosos que escandalizados entre aquellos retazos crecidos de lo que había sido una regia cabellera escarlata, tan parecido al rostro virginal de la Divina…. Excitado por esta ambigüedad desconcertante .Ector dejó que su ser, tanto el carnal como el incorpóreo, se precipitara hacia delante, bombeándose dentro de aquel cálido refugio que le daba la bienvenida al interior de l pasaje oscuro, rojo y resplandeciente que albergaba aquel velo tejido con cabello negro como el cuervo , en medio del cual, una mirada e reina, amplia y oscura, se expandía sobre el arrebato de Ector, rebosando virilidad.
“El Matrimonio…la diosa Virgen … la Madre Tierra “ las remotas lecciones de Blaise tronaron a través de la desbordada masculinidad de Ector, vertida dentro de aquella cueva invisible, tan carnal y cálida, llena de vida densa y húmeda, donde se dejó ahogar, mientras una angustia cercana a la desesperación hacía caer sus párpados con una pesadez extrema” (Ector, el príncipe de negro” pp. 232-3)
Es en estos instantes de transporte , cruciales en muchos casos para la existencia de Ector, cuando se le manifiesta esa esencia femenina y fértil de lo Divino, la cual presenta alternativamente, e incluso de manera confusa, los rostros de la virginidad , grácil y luminosa (“… un junco, de ojos deslumbrantes, dorados , fraternales, más cariñosos que escandalizados entre aquellos retazos crecidos de lo que había sido una regia cabellera escarlata” ) de Faye, la marea de feminidad procedente de aquellos senos alabastrinos (Wenore, sin lugar a dudas) y la mirada tierna , propia de una abuela pero también de la mensajera de la Muerte ( el matiz color cuervo surcado de plata que nos evoca el cabello de Blodwynn) .No en vano este momento supone también para Wenore “la liturgia primigenia de la inmolación vivificadora” (p.236). En realidad, no sería muy descabellada la hipótesis de que Ector ciertamente está vislumbrando el auténtico Grial, ese cáliz generador de vida que es el seno de toda mujer, en su proyección más allá de lo puramente carnal y limitado en cuanto sabiduría y esclarecimiento más allá de lo conocido y cotidiano. Un Grial mucho más cercano del caldero de la sabia y divina Kerridwenn que de la estereotipada identificación con la copa de la Santa Cena , y que, del mismo modo que el Sagrado Cáliz devuelve la fertilidad a la Tierra Baldía, revitaliza las dinastías regentes de Camaalot y el Reino sin Sol, tal como se nos da a entender en el final entreverado de muerte y fecundidad en ciernes de “Ector , el príncipe de negro”, con el protagonista alejándose en la barca fúnebre de Faye mientras sus ojos arrasados de lágrimas se niegan a dejar el “vientre esperanzado”de Wenore , y se manifiesta plenamente en la secuela de estas dos novelas, “Gades y Camaalot”, cuando Wenore da a luz dos mellizos, quienes continuarán los dos linajes : la niña se convertirá en la Regente del Reino Sin Sol y el varón llegará a ser el rey Malgo, que, según Geoffrey de Monmouth, fue heredero de Constantino, sucesor a su vez de Arthur.
¿Hasta qué punto, pues, podríamos identificar a Ector con el propio Perceval/Parzival/Parsifal? ¿No es acaso la maga Kundry una híbrida en la línea de Nenyve, Wenore, Blodwynn, Triamour, Gaynour o las ”hermanas” de Ector, en cierta medida iniciadoras suyas en un sentido u otro como los demás personajes femeninos de origen feérico que aparecen en la obra de Wolfram von Esenbach ?Wolfram, como Ector con respecto a su hermano Galaaz, es, en cierto modo, el espiritual tanista del extrovertido y carnal Tannhäuser… y sacerdote “in pectore” de la feminidad sagrada como “minnesanger” , que eleva su plegaria a la Estrella del Atardecer (Isis/Venus).
Hoy, domingo veintidós de Julio de dos mil siete, tengo en mente que el Festival de Bayreuth, un año más, está a punto de comenzar. Y con más intensidad que en ninguno de los años anteriores, cuando me sumerja en ese festival alegórico-sagrado que venturosamente abarca varias semanas, todas estas revelaciones que he compartido con vosotros, lectores, a lo largo de estas páginas , adquirirán una carnalidad especial.
*************************************
1) Ver N,ARROWSMITH y G.MORSE, Guía de campo de las hadas y demás elfos” .Prólogo y traducción de Josefina Roma (Palma de Mallorca, 1997) 18-19
2) ANGELA ,M . Ector el principe de negro (Sevilla : 2004) pp.151-2
3)Ibidem, ”, p.159
4)Ibidem p.232
5) Ibidem 343
6) Ibidem, 243
7)Ibidem, (p.245)
8) Ibidem p.258
9) ANGELA ,M El hada blanca (Sevilla, 2001) 122
10)Ibidem (p.146)
11) Ibidem , p.155
12)Ibidem . p.180
13) Ector…. , p.152
14) Ibidem,p. 153
15) Ibidem, p.154
16)Ibidem, p.177
17)Ibidem, p.179
18) Ver CAITLIN MATHEWS. Las Diosas, traducción de Alejandro Pareja (Madrid,1989)
19) Ector… p.180
20) El hada blanca. P.257
21)Ibidem,, p.259
22)Ibidem. 286
23)Ibidem,p.264
24)Ibidem, 278
25)Ibidem, p.296
26) p.86.
27) Las Diosas (Madrid,1992)
28•) Ector,... p. 257
30)El hada blanca , op.cit. 213
31)Ector…. Op.cit .67
32)Ibidem, 129
33)A&M,1971
34)Ver MIRCEA ELIADE, Chamanismo (México,1996)
35)Ector… 115
36)Ibidem, 117
37)Ibidem, 118
38)Ibidem 119
39)Ibidem 121
40) Ibidem 122
41)Ibidem 127
42)El hada blanca , 40-41
43) Ibidem 174
44)Ibidem 197
45)Ibidem, capítulos 37-38
46)Ector... 227
49)Ibidem 130
49)Ibidem 232-33
50) Ibidem 236.
NOVEDADES EDITORIALES
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Antes de terminar la visita a este blog, por favor, escuchad esta joya.
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Chopin ¡¡¡¿¡¡¡dos siglos ????!!!
Datos personales
- Maria Lourdes Alonso
- Cadiz, Andalucia, Spain
- Licenciada en Filología Anglo-Germánica, hablo inglés, español, italiano y francés. Tengo publicados varios artículos sobre literatura inglesa en revistas especializadas así como los siguientes libros: "La magia celta según Gustavo Adolfo Bëcquer y la novela artúrica contemporánea" (Sevilla, 1999) "Camelot reconstruído" (Sevilla, 2000) "El hada blanca"(Sevilla, 2001) "Ector, el príncipe de negro" (Sevilla. 2004) "Las mujeres de Wagner" (2011) "Las hadas de Bécquer y Wilde" (2011) "El sueño de Calpurnia" (2012) "Wagner's Women" (2012) "La Triple Diosa y el rey Arturo" (2012) "Gades y Camelot" (2013) "The Triple Goddess in Oscar Wilde's Salome" (2013) "Solidaridad femenina en los romances medievales ingleses" (2013) "Calpurnia's Dream" (2014) "Magia y Eros en Shakespeare y Wagner"(2014) "El lamento de Calipso" (2014) "Kundry o la decadencia de la soberanía en el Parsifal wagneriano"(2015) "Las tres caras de Morgana y Ginebra : la psicología femenina en la literatura artúrica"(2016) "Verona, 1303" (2016)
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